sábado, 17 de abril de 2010

Rusia II




Continúo con mi recapitulación de mi viaje a Rusia.

Lo habia dejado con un secreto que descubrimos en la estación de Moscú. El famoso tren nocturno que habia de llevarnos desde Moscú a San Petesburgo (en esta linea habia habido un atentado unos meses atras, para mas inri) no era exactamente como esperábamos. Primero se rumoreó que no habia camas, a no ser que hubieras pagado un extra por ellas. Pero eso fue rápidamente desmentido... Para nuestro desmayo, la verdad era mucho mas aterradora: no había habitaciones, eran vagones compuestos unicamente por camas y camas y camas. Y aun mejor, los billetes que nos dieron nos desperdigaron a todos, y a mi en concreto me tocó mas solo que la una, en el peor vagon de todo el tren (no son mis palabras, son las de la organizadora). Un planazo, vaya.

Asi pues, pasé esa noche dormitando vestido, levantandome cada cinco minutos convencido de que algun ruso estaba intentando o robarme o violarme. El vagón apestaba a humanidad, no tenía ventilación, parecía una sauna, y no habia agua corriente, ni cuarto de baño. Como nota general, mi tarjeta de crédito desapareció esa noche, quiero pensar que por algún error mio, y no porque me la robaran.

Dia Cinco: Primer dia en San Petesburgo, con una visita en autobus con el ruso mas salado que jamas me haya encontrado (y he conocido bastantes, en realidad, gracias a mis trabajos de verano). Rapidamente pasamos por la Avenida principal, por el Palacio de Invierno, algunas iglesias, estatuas, edificios y museos militares, el barco Aurora, todo regado con algunos datos históricos, pero sin resultar un coñazo, como la guia de Moscú.

Tras esta visita, ducha en el hotel (el agua salía de colores raros al principio, el hotel era bastante malillo) y despues, a andar otra vez, cogiendo el metro, visitando la avenida, alguna de las iglesias que habíamos visto anteriormente, edificios interesantes, el parque de Marte, un Subways (finalmente, tras dias de súplicas, conseguí que comiésemos en uno), mas iglesias (una con la réplica a tamaño real de la Sabana Santa, amen de otras reliquias como un trozo de la Santa Cruz) etc... Y por la noche, pasearse por medio de San Petesburgo (que acojonaba una barbaridad, por algo es la capital del crimen) para encontrar un pequeño bar donde tomarnos algo, aunque nos recogimos pronto.



Dia Seis: Esa mañana me di cuenta de que mi tarjeta habia volado. Las llamadas de rigor para averigüar si algún ruso se estaba dando la buena vida con mi beca Erasmus (por suerte, nadie había usado la tarjeta) y cancelar la misma,tras lo cual la situación estaba controlada. Más visitas, empezando con el Hermitage, uno de los mayores museos del mundo. La verdad es que me sorprendió gratamente porque no me esperaba para nada un museo tan completo. La organización del mismo podría haber sido mejor, con algún cartelito señalando los caminos o algo asi, o que por lo menos no hubiera pasillos, ya de por si angostos, tomados por cajas de embalaje, como si estuviésemos paseando por una tienda de al por mayor cutre.

Tras el Hermitage, rapida visita a la cúpula de la iglesia mas alta de San Petesburgo, desde cual pudimos admirar todo el paisaje. Tras esto, otra iglesia, esta levantada sobre el lugar donde mataron a Alejandro II, un Zar de Rusia. La verdad es que esta iglesia me decepcionó bastante. Solo tenia el cuerpo central, nada especial. Muy decorada con pinturas y demas, pero estas pinturas estaban restauradas muy recientemente, y parecia todo nuevo y algo falso.


En cualquier caso, no había tiempo de pararse, y rapidamente cruzamos a la Fortaleza de Pedro y Pablo, aunque ya eran las seis y todos los museos e iglesias estaban cerrados (me perdí un museo de la artillería, que tenía muchas ganas de visitar). La fortaleza no era muy interesante, o al menos no nos la habían recomendado muy efusivamente. En sus tiempos, una prisión para VIPs, gente famosa, y demases. Dostoyevsky pasó cierto tiempo aqui, creo recordar. Tras descanasar un rato en la fortaleza, haciendo el tonto con algunas esculturas y cañones que alli habían (como se ve en la foto), nos fuimos andando al centro de nuevo, y allí visitamos un centro comercial super exclusivo, y algunos otros barrios de San Petesburgo.

Tras eso, volver al hotel, y a esperar al autobus que habría de llevarnos a Estonia. Tras una cena cara y apresurada en el restaurante del hotel, nos montamos en el autobús. El autobús fue una experiencia que rivalizará con la del tren-transporte de ganado que me llevó a San Petesburgo: el conductor iba pasando de calor sahariano a frio polar según su pequeña mente sadista decidía, y a mi me tocó en pasillo, con lo que apenas podía dormir (yo soy de ventanas). Lo peor fue llegar a la frontera. Bajarnos del autobus con todas nuestras cosas, pasar un control individual (los tres autobuses, ciento sesenta personas, siendo nuestro autobus el último), y de vuelta al autobus. Salvo que no debíamos confiarnos, ya que también había que parar en el lado estonio, para que comprobaran nuestros pasaportes una vez mas.

Tras todas esas penalidades, y haberme hecho con la ventana tras la parada en la frontera, consegui dormir unas horas. Llegamos finalmente a Tallin, donde nos dedicamos basicamente a dar vueltas por la ciudad antigua. Tallin es muy recomendable, bastante bonita, con una zona medieval chula... En general me gustó bastante.

Tras mucha vuelta y fotos de grupo (que solía hacer yo, por ser el colgado de Finlandia) nos separamos en el puerto, yo ya embarcado dirección Helsinki (aunque tuve la opción de haberme ido a Polonia, o a Estocolmo, gracias a la gente que conocí, que fueron increiblemente majos). En Helsinki, hacerme con un billete de tren (sin cama, que no tenía dinero por culpa de lo de la tarjeta), y camino de Rovaniemi.

Y a las once del dia siguiente llegé a Rovaniemi, concluyendo asi un interesante viaje de un pais que tenia bastante ganas de visitar cuando me enteré que venía a Finlandia.

Mañana, resumen de esta semana. ¡Un saludo a todos!

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